Muchas veces vivimos presos de nuestras emociones, la vida se nos va en un silencio inminente en donde no podemos decir realmente lo que sentimos; ¿por qué habríamos de mostrar debilidad?, ¿acaso no vivimos en un mundo hostil del qué hay que defenderse?. La verdad es que estas interrogantes son solo una interpretación en un mar de posibilidades, y dichas posibilidades viven en el lenguaje: en lo que te permites verbalizar, o como solía decir un amigo citando a un autor prominente que no alcanzó a recordar: “El lenguaje no es Inocente”, y si no lo es, ¿por qué nos permitimos crear con el realidades no deseadas en nuestras vidas?, y aún peor… ¿por qué callamos cuando debemos elevar un grito altruista que se presente como una oda a la individualidad?, una oportunidad de dar a conocer nuestros verdaderos anhelos.
La vida se nos va sumergidos en la magia del verbo, y en el nos permitimos crear realidades: “este tráfico de mierda”… ¿acaso estos niños no piensan callarse?, “el desgraciado de mi jefe”… “para esto mejor me quedo sola”, son solo algunas de las innumerables creaciones de nuestro condicionado cúmulo de “frases para la vida” pasando por alto la oportunidad que tenemos como Homo Sapiens (hombre sabio) de simplificar nuestra vida con nuestras palabras, y esto se logra muy particularmente gestionando nuestras creencias en relación al mundo que nos rodea; un ejemplo de ello podría ser la célebre frase del padre de la industrialización sistematizada Henry Ford (tanto si piensas que puedes como si piensas que no puedes estás en lo cierto), y con ella quiero hacer énfasis de que el único responsable de crear la vida que quieres vivir eres tú mismo, y no pienso quitarte ni un minuto más de tiempo para que comiences a reflexionar al respecto y llevar tu vida al siguiente nivel, y por que no… llegar a ser la persona que siempre quisiste ser.
Por Jorge Carvajal